jueves, 28 de mayo de 2009

Si la ópera se erotizase, por José Bielsa



Historieta publicada en PILOTE (num. 749, 14-03-1974)

Inédita en castellano.





La Ópera, espectáculo sutil reservado desde siempre a una élite cultivada y sensible, tiene problemas para sobrevivir en nuestra sociedad materialista e inhumana.

A pasos agigantados, nuestra civilización se iguala, y las minorías elegantes y refinadas del pasado son cada vez más raras. Ese noble espectáculo que es la Ópera ¿estará condenado a desaparecer con ellas?

Nuestro sistema capitalista ha impuesto a las masas un nuevo producto de consumo: EL EROTISMO. Todo se erotiza: los espectáculos, la publicidad, la literatura, la prensa. Este fenómeno se ha convertido en el último grito. Recientemente, hemos leído esta sorprendente noticia en la prensa: “En Nueva Orleans se ha presentado una versión de la opera Thaïs, de Massenet, en la que la soprano Carol Neblet aparece desnuda en dos escenas”.



El desnudo está de moda. Hasta tal punto que tiende a infiltrarse en los dominios bien resguardados de la Ópera.

No querríamos parecer exageradamente conservadores (no tenemos nada en contra del desnudo femenino), pero si esta moda se impusiera, sería necesario reflexionar primero: el repertorio operístico debería ser cuidadosamente seleccionado, para evitar incongruencias insostenibles.

En contrapartida, y gracias al erotismo, un buen número de óperas ganarán en encanto y estética...

Salomé: la bella princesa de Judea, arrastrada por una violenta pasión erótica, podrá descubrir al fin la exuberante belleza de su cuerpo, sin que la censura plantee ningún tipo de problema.

En los dramas líricos de Wagner, podríamos admirar la belleza germánica de dioses y diosas, valkirias y otras hijas del Rhin que nos ofrece el genial músico y poeta, abandonados a la embriaguez del amor y el erotismo.



Aida: en lugar de los personajes de cartón piedra a los que estamos acostumbrados, nos asaltará la alegría de contemplar la belleza sin parangón de los cuerpos dorados y las vigorosas impresiones de un erotismo milenario.

Don Juan: El amante irresistible, el seductor de todos los corazones femeninos, con todo su vigor, su temperamento, su brío, su fogosidad… ¡DESNUDO!

Manon: ¡Qué regalo, contemplar en toda su “autenticidad” a esta adorable criatura, inconsciente, alocada, siempre ávida de placer y lujo!








¡Pero cuidado! Muchas óperas deberían ser retiradas del repertorio, porque la exposición pública de los generosos encantos con que la madre naturaleza ha dotado al homo sapiens no cuadra demasiado bien con ciertos personajes…

La Boheme: Pobre Mimi, sola en medio del frío invernal del París romántico, sin fuego alguno para calentarse, durante cuatro largos actos…

Othello: Si Desdémona apareciese en escena como Eva por el jardín del Edén, la representación acabaría brutalmente en el primer acto. ¡Celoso como es, Otelo no esperaría al cuarto acto para matar a su mujer!

La Traviata: hasta ahora, las divas que han encarnado sobre un escenario a la dulce y desdichada Violeta, enfundadas en corsés, enaguas superpuestas y otros camuflajes, han llegado a hacer creer al público (el público es bastante crédulo) que tan frágil dama sufría una enfermedad que la debilitaba sin remisión. Pero sin todos esos artificios, sería difícilmente creíble tan fulminante final.



Don Carlos: A Felipe II se le atribuye una leyenda negra. Se dice que la enfermedad de la gota le atormentaba día y noche, que su hijo Don Carlos conspiraba en su contra, que su armada invencible tuvo tan mala suerte que fue destruida por los elementos. Todo ello es verosímil. Pero pretender que este rey austero, de principios nobles y severa moral, se exhiba desnudo en escena, ¡eso ya es demasiado!

Sor Angélica: sin comentarios…

Indudablemente, el ingenio humano en materia sexual no deja de desarrollarse. Hasta tal punto, que no nos sorprendería demasiado descubrir una hermosa mañana que la nueva edición de nuestra guía turística favorita cita dos salas reservadas a la ópera: una a la ópera cómica y otra…a la ópera erótica.



Traducción de Marina F. Bielsa y Enrique Mercado.



4 comentarios:

Manuel Deskartes dijo...

No conocia esta historieta, me encanta. Gracias.
Manuel.

El Juan Pérez dijo...

Magnífico artista.Uno de los más grandes del comic. A ver si las editoriales despiertan y nos ofrecen de nuevo algunos de sus múltiples trabajos tan extraordinarios y tan olvidados.
Empezar con Supernova no vendría mal.

JOSÉ BIELSA dijo...

Gracias, Juan. Bienvenido a este espacio. Las editoriales te oigan.

Un saludo

Marina F. Bielsa

kraustex dijo...

Soy muy aficionado a la ópera, estos trabajos son magníficos en todos los sentidos.